Esta noche hizo un calor sofocante... ¡Uf, qué calor!. Quizá debería invitarme a pasar el invierno en casa de Rox... Si este calor se empeña en tener que masticarlo para respirar, ¡maldito cambio climático!, cogeré la maleta de 55cmx40cmx20cm y meteré la bufanda y el cepillo de dientes que para eso están los amigas. Regreso a la tontería: hizo un calor sofocante y salí a la fresca con la vecina. Una vecina increíble, nada que ver con la vecina chismosa que fue a vivir a otra calle y otro pueblo o al manicomio. Cosa mala esa mujer. Ojalá le toque la lotería y no vuelva ni de soslayo la encuentre por la calle. La vecina, charlando de uno y otra y de lo demás, como si fuera una clienta del bar de la esquina y yo el camarero de los versos tristes, me dijo que había solicitado la dependencia porque se encontraba torpe, como si hubiera cumplido 70 años (por mi esposa sé que ronda los ochenta), y que debido al haber solicitado la dependencia se encuentra más torpe que nunca. Fue cuando llegó otra vecina y le habló de ir a misa más tarde. Y yo me quedé pensando que si no hubiera solicitado la dependencia se encontraría torpe, pero no más. Solicitar la dependencia tal vez sea un mal pretexto para desenchufar la fiesta. Llegado el momento de enfrentarse a la inevitable muerte y la bendita levedad de la existencia, no le demos pistas al maligno. Gracias.
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