Días atrás, y desde los años altos de la vida, di gracias a unos y otras, también a una por hacerme más fuerte, y, sobre todo, a Eugenio, mi viejo y sabio amigo. Joder, dona, qué gran hombre: cuánto bien me hizo. Cada cual en su quehacer. Y hoy se me antoja regresar. No me pregunten, ni yo mismo lo sé. De cuando en vez decido dejarme llevar por mi ordenador que me ordena para saber por qué sigo en de soslayo y dónde me lleva. Normalmente, no me lleva a parte alguna, pero hoy sí, hoy me lleva a la familia, y los hijos primero. Desde "Ian y su mejor opción" nada ocurrió de mi interés, sino el sábado: "Sanarás y vivirás". El Señor Dios, en su suficiencia de creer en el hombre (y un poco menos en la mujer) nos dio la facultad de elegir nuestro camino y de ello depende si seremos capaces de amarnos y abrazar la concordia. Pues eso. Yo no soy de poner la otra mejilla, por tanto, quizás no vuelva a traer a de soslayo el agradecimiento a los días compartidos con unos y otras. Me considero un sociópata bien integrado en la sociedad y se aprecia a mil de leguas mi falta de empatía, un fuerte narcisismo y... Perdón, que no salga de aquí. ¿Sí? El desprecio por las normas sociales, y vuelvo a la que me hizo más fuerte, además, y sobre todo, con aptitud manipuladora. (Mañana entrará julio, espero mucho y bueno de julio. Ya les iré contando). Gracias.
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